El apellido Clouet es uno de los más famosos de cuantos existen en el mundo del champagne. Paul es el padre de André, figura mítica en los espumosos franceses, y sus creaciones pudieron servir de inspiración a su hijo.
Fundó su bodega allá por 1907 en Bouzy, y años más tarde es su nieta, Marie-Thérèse Clouet Bonnaire, quien asume la dirección de la bodega.
No sin esfuerzo continúa con la labor emprendida por su abuelo y consigue poner el nombre de la bodega familiar en el mapa de los mejores champagnes. Su papel resulta fundamental para la casa y, además, contó con la colaboración de su marido, Jean-Louis Bonnaire, otro de los nombres más relevantes en elaboración de espumosos en Côtes des Blancs.
La bodega cuenta hoy con una capacidad de elaboración muy pequeña, de no más de 60.000 botellas al año, por lo que hacerse con una de sus creaciones resulta casi una suerte. El enclave elegido, Bouzy, es el lugar donde la Pinot noir es la verdadera reina. Allí, en la ladera sur de la Montagne de Reims, esta variedad ha encontrado el lugar en el que dar lo mejor de sí misma, lo que sumado al buen hacer de los Clouet tan solo podía dar como resultado unos champagnes tremendamente expresivos.
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