Emilio Moro
La primera generación se entregó a la tierra, la segunda le inculcó a la tercera el saber hacer, y esta última ha construido una marca referente a nivel internacional.
La historia de esta bodega la contemplan tres generaciones. El abuelo nació en 1891 y Emilio Moro padre en 1932 en el entorno vitivinícola que le rodeaba, pisando uva y trasegando vino en su pueblo natal, Pesquera de Duero, en la provincia de Valladolid.
Emilio Moro padre enseñó a su hijo Emilio todo lo que sabía sobre el mundo del vino, que a su vez enseñó a sus hijos, la tercera generación que dirige actualmente la bodega, plantando el resto de sus tierras de viñas e injertándolas con Tinta fina centenaria, actualmente más de 200 hectáreas.
En Emilio Moro siempre dicen que para tener un buen vino hay que mantener un buen equilibrio entre alcohol, acidez y estructura. De la misma forma, para tener una gran bodega creen necesario establecer un triángulo de equilibrio formado por tres pilares fundamentales: tradición, innovación y responsabilidad social.
Sin embargo, lo más importante es que tienen fe en su trabajo. Son un equipo unido, una familia que comparte una misma pasión desde hace tres generaciones. José Moro, miembro de la tercera generación de la familia, lo refleja de forma muy clara al recordar su infancia: «Cuando captas eso desde pequeño, ese cariño, ese sacrificio, te queda una consistencia y un orgullo por tu familia que perdura toda la vida”.
Trabajo, entrega y humildad son la base del sueño que la familia Moro consiguió hacer realidad.
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