Señorio de Arínzano
El Señorío de Arínzano ha sido reconocido por la excelencia de sus viñedos desde el siglo XI, cuando en 1055 el señor Sancho Fortuñones de Arínzano elaboró por primera vez vinos en la propiedad.
Nuestra pasión es elaborar vinos que expresen el carácter único de los viñedos, utilizando las técnicas más avanzadas para garantizar un tratamiento artesanal a lo largo del proceso de elaboración, así como desarrollando una viticultura que respete y favorezca el entorno natural.
Como resultado, Arínzano es uno de los pocos terruños en España a los que se ha reconocido el estatus de Vinos de Pago, y fue el primero en el norte de España.
Propiedad de Arínzano, desde 1055.
Con una historia que se remonta al 1055 y situada en el noroeste de España, entre La Rioja y Burdeos, se encuentra la impresionante Propiedad de Arínzano, un espacio protegido que constituye un rico hábitat natural. La entrada a la bodega, diseñada por el famoso arquitecto español Rafael Moneo, sirve de inspiración para una nueva identidad de marca de la finca Arínzano.
Propiedad de Arínzano fue cedida por Sancho Fortuñones de Arínzano, de quien tomó nombre y quien la había recibido como ofrenda por sus servicios al Rey de Navarra García de Nájera en torno al año 1055, a los monasterios cercanos de Iquirre e Iranzu para que explotaran la propiedad, obteniendo vinos para proveer a los peregrinos del Camino de Santiago, siendo posiblemente la propiedad vitivinícola más antigua del mundo
En el siglo XVI, el Señorío pertenecía a Mosén Lope de Eulate, que se titulaba señor de Arínzano y era consejero del rey Juan de Labrit y construyó una fortificación para proteger la propiedad, cuya Torre de Armas podemos ver aún en el centro de la propiedad. En el siglo XVIII, la propiedad había pasado a manos del Marqués de Zabalegui, quien ordenó la construcción de La Casona, donde pudiera disfrutar de la belleza natural de la propiedad así como excelentes jornadas en esta excelente reserva de caza.
A principios del siglo XIX, sus descendientes edificaron la pequeña iglesia dedicada a San Martín de Tours, patrón de los vinateros, lo que nos indica la especial relevancia de la viña en esta zona. Se trata de una de las escasas construcciones religiosas de Navarra de estilo neoclásico.
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